Cuentos de la A a la Z: PALABRAS INFINITAS
por JULIANAS EDITORAS.
Apenas uno ve Cuentos de la A a la Z surgen los recuerdos. Será por la estética vintage, por el uso de dos tintas (roja y negra), por la tipografía cursiva o simplemente porque es una antología basada en el abecedario, esa lista primaria de nuestra lengua.
De libros sobre las letras el mercado está lleno. Hay para todos los gustos y todas las edades. Pero este llama la atención por su bellísimo diseño (responsabilidad de Delius) y resalta su apariencia cercana a los antiguos libros de lectura, cuyo diseño incluía aire, simpleza general y pequeños detalles recargados.
Los elementos barrocos de este libro son los marcos de las capitulares, el marco de tapa y el de portada, trabajados con cuidado y delicadeza por María Elina, la ilustradora. Todas las ilustraciones de María Elina, las de cubierta y las del interior, están impresas en rojo y negro, son sutiles, elegantes y están llenas de vegetación.
Los 27 cuentos que integran el libro están inspirados en “caprichos” de la autora, ya que se basan en una palabra elegida arbitrariamente del gran repertorio de palabras del idioma que comienzan con la letra en cuestión. Puedo decir que, unidas, las palabras que seleccionó Silvia Paglieta para construir su antología, a modo de ladrillos de un castillo, producen una hermosa música y tienen una textura pareja.
Hay animales, personas, objetos, verbos, elementos de la naturaleza, ritmos musicales, alimentos, conjunciones, interjecciones y hasta un dios. Una selección de unidades muy variadas. Un granito de arena en el arenal infinito del idioma y sus combinaciones posibles (y también los inventos que gramaticalmente nos permite introducir en el habla). Si pensamos, por ejemplo, en palabras con J, la lista es enormísima. Y si elegimos una palabra que comience con la J, por ejemplo “jinete”, ¿cuántos cuentos podemos crear con esa palabra? Una lista aún más enormísima. Una lista infinita como la imaginación. Por eso este libro funciona a la perfección como disparados de la escritura y de la creación artística en general.
El primer cuento, el que pertenece a la letra A, empieza así, prometedor:
“Ana juega a la pelota.
En la vereda.
En la calle.
En el recreo.
–Una nena como vos debería jugar a las muñecas y a la casita –dice la abuela”.
Y el libro sigue asá, rebelde, poético, tan lleno de letras como de silencios.